Casi Héroes (I). La otra historia de los Mundiales de fútbol. Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014

Dicen que la historia sólo recuerda a los que ganan. Yendo un poco más allá incluso siempre se ha dicho que la causa es porque la escriben los vencedores. Como todas las frases maximalistas detrás de una incuestionable verdad, se oculta alguna que otra mentira.

En deporte, y posiblemente también en otros órdenes de la vida el vencedor toma altura en función de la talla del oponente. Los mundiales de fútbol recuerdan al capitán y la camiseta del que alza la copa, pero nos sobran ejemplos, no siempre, de equipos que se quedaron en el camino del título, pero que ganaron para siempre el recuerdo del aficionado.

A nivel de equipos por ejemplo el Mundial de Alemania de 1974 es más recordado por la irrupción de un tal Johan Cruyyf, que acompañado de otros ilustres como Rep, Neskeens, Haan, Resembrik, Van Hanegen…, alcanzaron la final, la perdieron mientras ganaban el espacio que la leyenda le da a la Naranja Mecánica. El fútbol, antes y después de aquello.

Hoy me centro en lo individual, en los jugadores que estaban destinados para alcanzar la gloria, para convertirse en los héroes de todo un país, que lo rozaron, que incluso vieron el aurea dorado, que acariciaron el laurel de la eternidad, y justo cuando lo tuvieron al alcance se les escapó.

El relato repasa cada Mundial. Desde nuestros días a Brasil 1950. Seguramente no seré justo, tampoco se pretende, y dejaré nombres y actuaciones memorables fuera de este foco.

Mundial de Brasil 2014

Por la proximidad el más complicado de tratar. No tenemos la perspectiva, el tiempo y la idealización que da ese margen para tratarlo. Pero se me viene a la cabeza la oportunidad perdida por el anfitrión que cayó en semifinales en la humillación más grande de su historia. Más allá del mítico “Maracanazo de 1950” donde Uruguay le derrotara en una final que muchos daban por ganada. Un 7 a 1 frente a Alemania en casa deja poco espacio para el debate. Ese Mundial estaba diseñado para la coronación de Neymar. Y entre presiones internas, externas y la lesión ante Colombia, ni estuvo en semifinales, ni estuvo a la altura cuando pudo jugar. La decepción fue de proporciones bíblicas. Y Neymar en el centro de la catástrofe.

Otro que acarició su cita con la historia fue Lionel Messi. Después del batacazo en Sudáfrica Messi llegó a Río en su mejor momento. Considerando que el jugador nacido en Rosario lleva años instalado en la cima. No es que sea bueno, que para muchos será el mejor, es que además lo es todos los días. Argentina se plantó en la final, y en el mejor escenario posible para un argentino. Maracaná, el gran teatro de su eterno rival contra Alemania que días antes había humillado a la selección “canarinha”.

Argentina luchó, puso a Alemania al límite, Messi tuvo una ocasión en un mano a mano con Neuer que se le fue rozando el poste, y la tiranía de la prórroga y del minuto 112 dejó a Götze en los libros de historia para siempre.

En este mismo partido Higuaín desperdicio la ocasión del encuentro cuando echó fuera un regalo de Schweinsteiger que le dejó el balón botando en el punto de penalti en frente del portero germano. La empaló horrible y se esfumó la gran ocasión de grabar su nombre en los libros de los Mundiales. Quizá aparezca en ese otro libro en el que mostrará su falta de oportunidad para marrar en las grandes finales. Aún está a tiempo de aparecer un tercero que hable de su perseverancia para al final ser decisivo en el gran escaparate de la final.

También el «cafetero» James Rodríguez reinó durante unos días quedando su testimonio final en la tabla de goleadores. Colombia cayó en cuartos de final y se quedó fuera de las semifinales.

Keylor Navas aguantó a la modesta Costa Rica hasta que la tiranía de la tanda de penaltis apartara a Costa Rica el sueño de las semifinales. Un poco más allá fue el holandes Van Persie. Con Robben fueron los jugadores claves para llegar hasta las semis, pero como donde las dan las toman, también en la tanda de penaltis frente a Argentina, se quedó sin tirar el quinto lanzamiento que le destinaba para la gloria, y los tulipanes otra vez quedaron en el quicio de la puerta del título.

Sudáfrica 2010

Aquí tengo menos dudas y más perspectiva. Las dos escapadas del holandés Robben ganando la espalda a los españoles Puyol y Piqué le dejaron frene a frente con Iker Casillas. Detrás la portería y la gloria. Iker sacó un pie milagroso en la primera ocasión, y en la otra aguantó hasta que pudo ganarle la acción. La gloria a centímetros, tan lejos y tan cerca. Robben pasará a la historia como un extraordinario regateador, con más clase que títulos, con cualidades para ser recordado durante generaciones, pero sin estrella.

Ballack y Ozil. El capitán y la estrella de una Alemania que arrasó hasta que se citó con la mejor España de la historia en semifinales. Ballack, el capitán la estrella en horas bajas gritaba la impotencia de tropezarse de nuevo con el toque y el sentido de la posesión de la mejor generación de jugadores españoles. Ozil bailó en Sudáfrica en todos los espacios libres que encontró en esa línea tan pequeña que separa centrocampistas de defensas. En la semifinales aparición un tal Busquets, y el espacio desaparició, le empujó para atrás y Alemania se rindió.

Forlán acudió aquel mundial en plena madurez. Escoltando por el rutilante Cavani y una promesa llamada Luis Suárez. Diego fue el que se echó el equipo a las espaldas. Uruguay recuperaba el oro perdido, pero el asalto inconformista de los charrúas se quedó en el paso previo a la final. Primero Holanda, y después Alemania, en ambos casos por 2-3, dejó a Forlán como bota de oro del Mundial, pero sin la leyenda de sus predecesores Schiaffino, Varela o Ghiggia. Este último fue el que anotó el mítico gol al brasileño Barbosa en 1950 ante 173.150 espectadores.

 

Alemania 2006

En un Mundial que coronó como mejor futbolista a un defensa central como Cannavaro y reservó la gloria para un penalti de un lateral izquierdo como Grosso puede que el futbolero de a pie le dé por pensar que no hay mucho espacio para héroes, pero a lo mejor deja el cajón de los casi héroes con más espacio.

Sin duda Zidane aparece en primer plano. Francia acudía a la cita para dar carpetazo a su gran generación. Después de la victoria en 1998 en París, Japón y Corea fue una pesadilla. En Alemania se plantó una selección cargada de años pero también de experiencia y títulos. Y ese juego eterno del fútbol que busca equipos con proyección de futuro está demostrado que no vale para ganar el partido de hoy.

A trancas y barrancas llegó a los octavos de final contra la joven España. Zizou ejerció como palanca “bleu”, a la cabeza del orgullo galo. Él derribó al germen del tiki-taka en un partido memorable, en cuartos con gol de Henry cayó Brasil, y de nuevo el gran capitán derribó a Portugal en las semis.

En la final, y ya en la prórroga, asombró al mundo con uno de los cabezazos más memorables de la historia del fútbol. El problema que fue sobre el pecho de Materazzi repeliendo una provocación del azzuro. Roja, penaltis y derrota. Una despedida que no respondía al contexto de uno de los jugadores más elegantes de la historia. Se quedó con la miel en los labios para marcharse en el escalón más alto del mundo. Quizá era el precio a pagar por tanta gloria pretérita. El fútbol como la vida, lo que te da te lo cobra.

Otros que se quedaron a las puertas del Olimpo futbolístico fueron los alemanes Klose y Podolski. En un Mundial diseñado para ellos, el equipo fue de más a menos. Y la prórroga contra Italia en semifinales que perdieron por 2 a 0 fue la gran sorpresa del Mundial. Klose tuvo que esperar ocho años para levantar la copa en Rio. Ya en un papel secundario.

El portugués Ronaldo no estuvo al nivel a pesar de la semifinal alcanzada por Portugal. Maniche con sus goles y Deco con su juego asomaban como héroes nacionales, pero Francia en semifinales les rompió la escalada hacia la gloria.

Continuará…

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